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19 oct 2016

Adara no está loca y Miguel no es la víctima

Como se suele decir, el tiempo pone a cada uno en su sitio y parece que ha llegado el momento de destapar una realidad que muchos intuíamos, que más tarde se confesó y que ahora ha llegado a la implicada, Adara, estallando todo por los aires. La cuestión está en que la azafata ha tenido que vivir un mes en Gran Hermano siendo señalada por sus compañeros, y por su propia pareja, como una posesiva que estaba enferma de celos por una amistad muy pura, la de Pol con Miguel, sin embargo ahora resulta que los sentimientos no eran tan puros ni amistosos. Adara no está loca y Miguel no es la victima que nos trata de vender.

El teatro de Miguel es demasiado evidente. Desde que entró en la casa ha jugado al misterio para tratar de captar la atención del espectador, y  poco a poco ir quitándose capas como las cebollas y presentarnos un renacer en el concurso que es igual de falso que el llanto que te produce esa cebolla cuando se va desnudando. Lloras, pero no de pena ni emoción, sino del picor que te produce en los ojos. Ese es Miguel, un concursante dañino que todo él es artificio y que pretende inducir al espectador a sentir una compasión por sus vivencias en el concurso que nada tienen de realidad.

Lleva jugando a esto desde que empezó el reality y el primero que captó su juego fue Pablo. Aún recuerdo cómo a los cuatro días, en una tensa discusión, el gofrero le decía: “No voy a permitir que juegues con Bárbara ni con nadie. Ni con Pol. Tu aliento huele a plástico artificial”. Hizo una lectura veloz y acertada del concurso. Pablo captó enseguida el juego de Miguel, la patraña que nos intentaba vender y cómo ya en la primera semana utilizaba a sus compañeros como títeres de la telenovela que quería vender al espectador, siendo piezas fundamentales de la historia Bárbara, que quiso ponerla de mala, y Pol, al que ha usado para llorar por un amor no correspondido. Se rieron de Pablo, de su forma de ser y de sus ataques de ansiedad para después pasar por situaciones similares, pero es quien mejor supo analizar el reality y descubrir las cartas que ocultaba Miguel, quizás por eso derrochó tanta inquina en su contra e hizo todo lo posible para verlo fuera de la casa. Esa batalla la ganó, pero la guerra es larga… y quién sabe si habrá posibilidad de revancha. Yo desde aquí sigo pidiendo una repesca para él.

Más tarde fue Adara la que empezó a ver dobles intenciones en Miguel. También se le negaba todo y se trató de utilizar la misma estrategia que se usó con Pablo, intentando ponerla de desequilibrada, pero esta vez ya no funcionó. Adara no está loca y el público se ha dado cuenta.

Adara nunca le negó a Pol la posibilidad de hablar con Miguel y tener una amistad, el problema está en que vivía como todo eso no lo era, al menos por parte de Miguel. Buscaba provocar situaciones que la hicieran estallar, miraba por los espejos dónde estaba Adara para asegurarse de que viese lo que estaba ocurriendo, que viese cómo se acariciaban, se abrazaban y, en definitiva, cómo tonteaban. Pol también jugaba, pues no creo que sea tan inocente como nos intenta hacer ver, de hecho, ha dejado vendida a Adara en múltiples ocasiones y en un principio no tenía intención de contarle la declaración de Miguel porque era como darle la razón. Finamente ha tenido que hacerlo, pero tampoco ha mediado entre ellos para demostrar quién es verdaderamente su apoyo. La única que ha sacado la cara por Adara ha sido Bárbara, cargada de sensatez, empatía y sin dobleces. Demostró ser una gran amiga y compañera. Y supo hablar y callar cuando tuvo que hacerlo.

Es curioso que se tache a Adara como enferma de celos en una casa donde los celos son el pan de cada día entre las chicas. Adara los siente de su pareja hacia un chico que tiene sentimientos por él, o eso cuenta y hace ver, sin embargo, Bea, Clara o Meri los sienten hacia un chico que les gusta pero con los que no han traspasado la barrera de la amistad. Parece que en estas tres últimas los celos son comprensibles, sin embargo, Adara está enferma cuando se está demostrando que su dolor se sustenta en una base demostrable.

No tengo un aparato para medir cuál es el nivel lógico de celos en una persona, ‘celómetro’ podría llamarse, pero lo que sí tengo es empatía y puedo comprender la tensión a la que se ha visto sometida Adara dentro de la casa. Por supuesto que los celos son malos y debes tener una seguridad en tu pareja, pero Adara no ha tenido celos por cada una de las personas con las que Pol ha tenido relación sino que los ha tenido por Miguel, ya que Pol tampoco ha sido claro con ella y no le ha transmitido la confianza que quizás ella necesitaba sentir, al contrario, cuando en la privacidad de una conversación ella se abría y le narraba su dolor, Pol era el primero que la ponía de posesiva e iba donde el grupo a dejarla en evidencia y terminar abrazando a Miguel.

A Adara no podemos pedirle buenas formas porque no sólo ha estallado porque sintiese celos por Miguel, de hecho pienso que ha llegado a un punto en el que todo esto ha pasado a un segundo plano. Adara se ha sentido juzgada por un grupo que la ha rechazado, se ha sentido traicionada por gente en la que tenía confianza como es Bea, ha vivido la tensión de tener que ver en su cara situaciones francamente incómodas de su pareja con otra persona, ha tenido que plantearse si realmente ella era la equivocada y se estaba obsesionando con un tema que no era como creía, ha tenido que soportar como la insultaban y la ponían de enferma, loca, posesiva, celosa… y ha tenido que aguantar que toda una casa se sintiese en la libertad de opinar e interceder en la intimidad de su relación, que cuando ella lo hacía con otras parejas se le ha intimidado y acorralado, por parte de Clara por ejemplo, además de escuchar reiteradamente cómo Miguel decía que “chico y chico pueden ser amigos” cuando lo que realmente estaba haciendo era meterse en medio de una relación con el objetivo de hacer daño, ganar protagonismo y victimizarse, y no vivir una amistad con Pol. ¿Y encima vamos a pedir formas? Cualquiera hubiese reventado ante esta situación. De hecho, gritó y lloró, tuvo una crisis de nervios, pero tacharla de agresiva no tiene ni pies ni cabeza, y mucho menos compararla con Clara. En ningún momento he visto a Adara situarse a un palmo de la cara de Miguel, acorralarlo o insultarlo de forma bajuna para tratar de intimidarlo e imponer su criterio.

Tengo claro que Miguel no es la víctima, pero intenta hacérsela con una interpretación bastante exagerada y poco creíble. Ahora bien, pienso que Adara tampoco es la víctima. Poca lectura del concurso hacen los que ya la sitúan como tal. La diferencia con Miguel es que no creo que ella pretenda serlo sino que lucha por lo que piensa y defiende sus ideas, no juega a dar pena sino a mostrar su verdad, verdad que se le ha negado en múltiples ocasiones y que le ha producido un sufrimiento pero no tenemos que considerar que la ha victimizado. Adara no está desamparada, simplemente ha cerrado la boca de todos sus compañeros y ha demostrado a su pareja lo que en su día tanto le intentó hacer ver. Le ha arrancado a Pol la venda de los ojos y ahora empieza una nueva fase en esta relación. Queda mucho Gran Hermano 17 por delante, vivámoslo, no victimicemos a quien no es víctima y recordemos el pasado con cariño pero sin compararlo con un presente que nada tiene que ver con lo anterior. Paula y Sofía fueron grandiosas, nada tuvieron que ver entre sí y en nada se parecen, ni en personalidad ni en forma de concursar, a lo que estamos viendo en Adara. Y si algo tienen en común es que las tres han sido piezas necesarias de su edición.

3 comentarios:

  1. Ole tu!!!! este año estoy viendo muchos blogs que se dedican mas a cuestionar a la realización y a la cadena que a hablar del concurso, que admiten con descaro que ni siquiera ven. Da gusto leer uno en el que comenta se nota que sabe d elo que habla y lo está viendo y viviendo. Repito OLE Y OLE

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. (repito, no se que he tocado que he mandao al traste mi extensa y meditada respuesta jajaja)

    gran entrada, un saludo

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