De estos momentos tan duros que estamos viviendo ya dudo de si saldremos mejores o peores. Sí siento que hay un desquicie general y en muchos momentos se está visibilizando el egoísmo y no porque antes no existiese sino porque tu egoísmo pone en peligro a la sociedad. Considero que es importante, más que nunca, realizar un ejercicio de empatía para ponerte en la piel de sanitarios que día a día se mueven en unas urgencias, del docente que va a dar clases sin las óptimas medidas de seguridad, de la limpiadora que pasa horas desinfectando o de la cajera de supermercado que tiene que tocar todo lo que tú tocas. En mi análisis de hoy quiero hacer precisamente un ejercicio de empatía, mucho menos profundo de los temas importantes que nos rodean, pero aquí evidentemente hablamos de tele.
Y es que, durante el confinamiento, uno de los ejercicios de empatía que puede hacer fue entender, aún más si cabe, a los concursantes de Gran Hermano. Vivimos nuestro propio encierro, nuestro propio “reality”. Llamémoslo así para ponerle un poquito de humor al asunto. Cada comparecencia de Pedro Sánchez parecía una gala de expulsión y los que avanzaban en la desescalada se habían salvado de la nominación. Hoy quiero explicar algunas sensaciones que viví durante el confinamiento, comparándolas con las sensaciones que cuentan los concursantes de reality al pasar por ellos, por supuesto, siempre salvando las distancias en que nuestra experiencia ha sido ante una pandemia mundial con un peligro real y lo de ellos es un encierro voluntario para un simple juego.
Todo se magnifica: Es una de las frases que más hemos escuchado a lo largo de los años en los realities. Y efectivamente, es así. Yo sentí que los meses que estuvimos encerrados en casa mis emociones eran mucho más inestables de lo habitual, un sube y baja constante. De repente me ponía eufórico o de repente me daba un bajón sin saber de dónde venía o sin que hubiese ocurrido nada aparente. Poner las noticias era deprimente o el hablar con alguien del exterior era mucho más importante que en otras circunstancias, en nuestro caso quizás buscando no estar solos en nuestras emociones y sintiéndote comprendido. Ellos, dentro de la casa no tienen la opción de hacer esto por la incomunicación absoluta que viven y cuando, excepcionalmente, tienen la oportunidad de tener un contacto necesitan saber que está todo bien. Yo también me he puesto en contacto con gente que no veía o hablaba hace tiempo, simplemente por saber que estaba todo bien, evidentemente, repito que nosotros estamos viviendo un virus y no un reality y las preocupaciones y prioridades son diferentes, pero sí creo que conectamos en que en el encierro la cabeza vuela a situaciones a donde en circunstancias normales no la llevarías, hace que surjan preocupaciones fuera de lo común y el miedo te invade con mucha más facilidad. Una simple conversación con un amigo te oxigena, una broma con tu madre te arranca carcajadas que antes no lo hacía o, por el contrario, también hay días en los que te sientes más irascible y puedes dar una mala contestación con más facilidad.
Echar de menos y llorar: Muchas veces los vemos dentro de la casa llorar a la semana de estar encerrados y no entendemos el por qué. Durante el confinamiento no solo es que hayamos echado de menos a nuestros seres queridos, con los que afortunadamente a través de la tecnología hemos podido ver por videollamada o hablar con ellos por teléfono, sino que empiezas a echar de menos las cosas más básicas de tu día a día. A ellos, dentro de la casa, muchas veces los escuchas planear cosas que van a hacer en cuanto salgan del concurso que aparentemente las ves superficiales, como ir a la peluquería, al cine o a pasear por la playa. Son cosas que realmente pienso que hemos podido echar de menos. Esa necesidad de cambiar de aires, de desconectar, de reírte con la compañía de otros, de respirar la humedad del mar y sentir la brisa en la cara. Ahora he entendido lo que supone estar entre cuatro paredes constantemente haciendo un uso abusivo de los recuerdos y la nostalgia para poder escapar, aunque sea mentalmente, a lugares que antes no valorabas porque podían formar parte de tu rutina. He echado de menos mi puesto de trabajo, aunque lo maldijese cuando me sonaba el despertador por las mañanas. Y hay momentos en los que no puedes más y necesitas salir. Valoras los detalles y las pequeñas cosas. Te das cuenta de que el día a día te arrastra. También te recreas en recuerdos que quizás no son tan positivos y buscas entender cuáles y quiénes son las prioridades en tu vida. También pienso que luego la rutina nos arrastra y no se cumplen muchas de las metas que nos habíamos marcado, como cuando ellos salen de la casa y se ven envueltos en una vorágine que no es la que esperaban. Pero siempre nos quedará algo grabado de esta experiencia tan extrema e incomparable con otras situaciones que nos ha tocado vivir.
Miedo al exterior: Evidentemente, por razones distintas, pero los concursantes de reality muchas veces manifiestan que tienen miedo a salir del encierro. Han estado siendo observados durante meses y no saben qué se van a encontrar cuando salgan. Una parte de ellos tiene ganas de hacer muchas cosas pero, el paso de los meses, ha convertido tu casa en tu zona de seguridad y salir de allí no es fácil. En nuestro caso, muchísimo más. A mí al menos me costó comenzar a salir de casa y me lo tomé con más cautela de lo que esperaba. La desesperación por salir hizo que mucha gente exprimiese las horas de permiso que comenzaron a concedernos con la desescalada y yo esperé días para empezar a disfrutarla y, cuando lo hice, tampoco salía a diario por la intranquilidad que me producía hacerlo. Nuestro miedo es muchísimo más peligroso, aunque puede que estén en común factores como la ansiedad a espacios abiertos y a ir alerta en el exterior, pues ellos sí viven ese shock del pico de fama que les supone haber pasado por la casa que les cuesta saber gestionar. Es su nueva normalidad en el cambio que les da la vida. Lo nuestro es el temor a cruzarte con gente que no respete las medidas de seguridad o a cometer tú mismo cualquier tipo de imprudencia inconsciente, a no desinfectarte bien o, simplemente, el miedo a algo que aún es prácticamente desconocido pues te puede llevar a contraer una enfermedad o a poder contagiársela a otra persona o ser querido que pueda ser de riesgo, que es mucho más grave. Pero comprendo ese miedo a lo desconocido, al qué pasará al terminar el encierro.
El tiempo pasa lento: Efectivamente, el entretenimiento es muy importante. En el confinamiento la gente ha tratado de buscar mil excusas para tener una distracción, desde ver películas en Netflix hasta acabar asfixiado al tratar de seguir una rutina de Patri Jordan. Es importante cubrir las horas que pasan muy lentas y es por eso que ellos muchas veces dentro de la casa hablan de que una semana es como un mes. Realmente es así porque no estamos acostumbrados a consumir nuestro tiempo en una misma actividad, en un mismo espacio y con las mismas personas. Y dentro del concurso ellos lo ven incrementado porque la única distracción que tienen es la interacción de grupo y las pruebas semanales. No cuentan con otros medios para distraerse como conexión a Internet, películas, series, música… No, solo se tienen los unos a los otros. Y es por eso por lo que se dispara el nivel de confianza entre los participantes y llegan a generarse unos vínculos de intimidad que fuera del concurso tardamos meses o años en crear con personas de nuestro entorno. Porque si minutamos las horas que pasamos con nuestros amigos en un mes, ellos pueden pasar ese mismo tiempo allí dentro en una semana.Cansancio: En la casa de Gran Hermano ya hace años que en el manual de la casa tienen prohibido dormir la siesta. Cierto es que, evidentemente, están haciendo un programa de televisión y la gente no nos ponemos a ver el reality para ver a gente durmiendo. Pero sí es cierto que hay un halo social que comenta la gente que no sigue mucho el programa que tiende a decir: “Para ver a unos tíos todo el día tirados en un sofá…” porque el estar encerrado te da la tendencia a tener poca actividad. Me he dado cuenta de que hay que poner más fuerza de voluntad de lo normal para hacer cosas. Yo en el confinamiento he vivido la sensación de que cuanto menos hacía menos ganas tenía de hacer otras. Por no hablar de los atracones a la despensa por el propio aburrimiento y los kilos que hemos cogido por después de pegárnoslo tirarnos al sofá. Y en esto, también he logrado entender a los concursantes.
Necesidad de desconectar y no pensar en el exterior: Sí que es cierto que yo llegué a un punto en el que estaba saturado de información y todo había que trabajarlo a través de pantallas, ya fuese entretenimiento, socialización, trabajo o noticias. Yo empecé a necesitar el no ver las noticias, no quería saber cuántos rebrotes habíamos tenido ese día o fallecidos… Quería desconectar del mundo exterior. Y en otro sentido, pero los concursantes de Gran Hermano también comentan muchas veces que necesitan no pensar en lo que ocurre fuera, en lo que estarán hablando de ellos, en cómo están sus seres queridos… porque si piensan en lo que hay fuera se vuelven locos y no viven la experiencia de dentro. Evidentemente, nuestro confinamiento no es que haya sido una gran experiencia que teníamos que vivir al 100%, pero sí que el monotema era, es y seguirá siendo una locura y si no lo perdemos de vista por momentos petamos de sobredosis informativa y de los cabreos que nos cogemos por las decisiones más o menos acertadas que se toman o viendo a la gente irresponsable que no cumple con las recomendaciones sanitarias y nos ponen a todos en peligro.En definitiva, realmente no hemos vivido lo mismo que se viven en un concurso de televisión, pero a través de esta comparativa con nuestro lado friki por el mundo reality ha sido una manera de hablar de un tema que nunca es suficiente la visibilidad que le podemos dar para pedir responsabilidad y empatía en una situación tan delicada. Está siendo un año complicado que a todos, más o menos, pienso que nos ha tocado psicológicamente. Pero lo más importante es que verdaderamente este virus es una tragedia y no un juego. Que se han perdido muchas vidas y que en nuestras manos está poner un granito de arena para procurar frenar esta pandemia. Espero que vosotros estéis todos muy bien. Os mando un abrazo virtual, porque la distancia nos permite dárnoslo. Enviadme el vuestro de vuelta.
ES TAN BONITO💚,
ResponderEliminarDurante mi confinamiento he tenido también las mismas extrañas sensaciones de las que hablas, pero es verdad que no me había parado a comprarlas con Gh tan detalladamente.
No dejes de escribir esos blogs tan bonitos y llenos de ilusión nunca Jesus.
Te queremos💋 y te mando mi abrazo 🤗
¡Muchas gracias! Me alegro mucho de que te haya gustado. Siempre estás ahí. Un abrazo.
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