El pasado lunes me invitaron a debatir sobre Gran Hermano al programa de radio “Vuelo 714” (si queréis escucharlo os
dejo aquí el enlace). Una de las
cosas que comenté en él y llamó mucho la atención en redes fue que Bea no
había tenido una evolución como concursante sino que, en todo caso, con ella
hemos vivido una involución. Hoy
quiero profundizar en este asunto, para analizar el recorrido que ha tenido “Naranjita La Lía” en su paso por el
reality, quien a día de hoy despunta como una de las favoritas para convertirse
en ganadora frente a Adara.
Bajo mi punto de vista, un concursante que evoluciona en Gran Hermano es un participante que
poco a poco escala siendo consecuente con lo que nos presenta
demostrando una fidelidad con sus
ideas, logra hacer frente a cada uno de sus rivales neutralizando su juego y traza un recorrido sin miedos que sea acompañado por la complicidad de la audiencia. Y en Bea no veo nada de esto.
Os remito al vídeo de
presentación de Bea, donde me encuentro con un personaje plenamente
distinto al que se encuentra conviviendo dentro de la casa de Guadalix de la Sierra, por lo que de
entrada me siento engañado. Bea se
nos presentó como una “chonija”
(para mí más choni que pija), lo cual no es algo negativo porque esa chica podría
haber tenido unos valores brillantes como concursante pero, de entrada, cayó en
la parodia. Su fanatismo por Ylenia la hace imitarla, lo cual a ella
como Bea le resta mucha personalidad. En Gran
Hermano queremos personalidades únicas
e irrepetibles, no copias baratas de lo que ya hemos visto anteriormente.
Igualmente esa era Bea,
o eso creíamos nosotros que era Bea.
Una chica con bastantes ansias de protagonismo y con unos ídolos televisivos un
tanto cuestionables, con los que ella soñaba conocer y a los que quería parecerse.
Además, demostró ser caprichosa, que
confundía la sinceridad con la mala
educación, desleal a sus amigos
y poco comprometida con el trabajo
en equipo. La comprabas o la vendías,
pero esa era Bea y como concursante
logró destacar. Entonces, la audiencia decidió venderla, convirtiéndola en la tercera expulsada de la edición. Y a
partir de entonces conocimos a otra muy distinta que trataba de encubrir la esencia que a veces le resulta
inevitable sacar a la luz.