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30 sept 2020

Carta abierta a Mercedes Milá

Hola Mercedes,

No sé si en algún momento llegará esta carta a tus manos pero me apetece escribirla y publicarla como algo especial en este último post de septiembre, para que al menos sirva como un reconocimiento a tu trabajo. Para que la gente sepa lo que hiciste y lo que transmitiste. Aunque muchos lo saben, pero también tengo seguidores jóvenes que no vivieron la etapa en la que tú presentaste Gran Hermano y a veces me han preguntado por cómo era antes el programa, aunque parezca mentira, pero es que ya han pasado cinco años desde que nos regalaste tu última edición al frente del formato. Y también quiero escribirte porque es una manera de darte las GRACIAS por tu entrega y por todo lo que nos has hecho sentir a través de la televisión.

Evidentemente, Mercedes, tu trabajo es muchísimo más extenso que el mundo Gran Hermano. Como periodista, has sido, eres y serás una todoterreno y un referente para muchísimas generaciones. Es envidiable lo apasionada que eres de tu profesión, lo que te gusta investigar y dar voz a la sociedad. Hay muchos programas a tus espaldas que han hecho mucho bien a la historia de la televisión, has pasado por casi todas las cadenas y todo lo que has tocado tenía tu identidad y un mensaje o un aprendizaje que sacar de aquello. Pero a mí lo que me toca más de cerca es Gran Hermano y, a pesar de que tu trabajo allí terminase hace cinco años, es una etapa que no olvidamos y hoy me apetece hablarte de ella para que sepas cómo uno de esos millones de espectadores que te observaban a través de la pantalla lo vivió desde casa.

Te cuento que yo tan solo tenía ocho añitos cuando aquel 23 de abril del año 2000 daba el pistoletazo de salida la primera edición de Gran Hermano. Tú ya tenías toda una trayectoria profesional a las espaldas, pero yo no te conocía. Es por eso que para mí tu imagen está directamente relacionada con GH, aunque después te he seguido también en otros programas. Se dice pronto cuando hablamos de dieciséis ediciones del formato a tus espaldas (15 de GH Anónimos + el regalo que fue GH El Reencuentro). Mercedes, he crecido viéndote y de alguna manera formas parte de un rinconcito de la historia de mi vida como también lo es este programa.

26 sept 2020

Los realities ya no se entienden sin las redes sociales

Las redes sociales son un nuevo medio de comunicación que está al alcance de todos y, en general, de manera gratuita teniendo conexión a Internet. Son una realidad. El ahora, porque hay quien todavía habla de son el futuro y yo veo que son el presente. Y cada vez han ido cogiendo más fuerza. Se nota que los programas de televisión hacen un esfuerzo por tener vínculo con ellas y unos lo logran con más éxito que otros. Probablemente, quien mejor las ha sabido utilizar hasta ahora haya sido la nueva generación de “Operación Triunfo” que supo escuchar muchas de las peticiones y ofrecer ese sistema que jugaba constantemente con la viralidad del contenido que fue clave de su éxito en el regreso del formato. Pero, aun así, siento que les queda mucho partido por sacarles y veo que otros realities importantes, como “Gran Hermano”, no ha sabido acercarse de la misma manera al público virtual a pesar de sus intentos.

Puedo comprender que, al fin y al cabo, una producción en una cadena privada busca sacar la mayor rentabilidad económica posible al formato pero considero que los beneficios que se obtienen ofreciendo ciertos servicios de manera gratuita al espectador, estando promocionados por distintas marcas publicitarias, llegaría a ser más rentable que capar ese contenido para convertirlo de pago, poniendo trabas a los espectadores para su acceso y cabreando las masas que, realmente, tampoco tiene ningún tipo de obligación de consumirlo y corres el riesgo de que cierta parte del público que lo vería decida no hacerlo o no engancharse tanto, con la consecuente bajada de interés por salvar o expulsar a los concursantes en la que también se puede perder un tirón económico importante al reducirse el número de SMS y llamadas telefónicas que fluctúan en las votaciones. Para las cuales, también juegan poco con las redes, cuando son éstas quienes generan mucho dinero movilizando todo tipo de argucias para salvar a sus favoritos con el tema de las recargas, sorteos y demás.

Hay gente en las redes sociales que comentan el programa con un criterio y una repercusión incluso mayor que cualquier colaborador o presentador de la cadena. Efectivamente, lo sacas de ese espacio y son personas que no son famosas ni conocidas. Pero en el mundo de las redes los roles cambian. Hay otro mundo. Y el público decide a quién seguir. Las redes generan identidad y son mucho más democráticas porque el espectador elige. Sin embargo, en televisión si yo quiero ver un reality me lo tengo que comer con lo que haya porque no tengo medios para anular la presencia de determinadas personas que no me agraden. En redes, bloqueo o simplemente no sigo a una cuenta, y ya está. Y el tirón que tienen estas personas nunca han sabido canalizarlo a su favor.

23 sept 2020

El confinamiento fue nuestro propio Gran Hermano

De estos momentos tan duros que estamos viviendo ya dudo de si saldremos mejores o peores. Sí siento que hay un desquicie general y en muchos momentos se está visibilizando el egoísmo y no porque antes no existiese sino porque tu egoísmo pone en peligro a la sociedad. Considero que es importante, más que nunca, realizar un ejercicio de empatía para ponerte en la piel de sanitarios que día a día se mueven en unas urgencias, del docente que va a dar clases sin las óptimas medidas de seguridad, de la limpiadora que pasa horas desinfectando o de la cajera de supermercado que tiene que tocar todo lo que tú tocas. En mi análisis de hoy quiero hacer precisamente un ejercicio de empatía, mucho menos profundo de los temas importantes que nos rodean, pero aquí evidentemente hablamos de tele.

Y es que, durante el confinamiento, uno de los ejercicios de empatía que puede hacer fue entender, aún más si cabe, a los concursantes de Gran Hermano. Vivimos nuestro propio encierro, nuestro propio “reality”. Llamémoslo así para ponerle un poquito de humor al asunto. Cada comparecencia de Pedro Sánchez parecía una gala de expulsión y los que avanzaban en la desescalada se habían salvado de la nominación. Hoy quiero explicar algunas sensaciones que viví durante el confinamiento, comparándolas con las sensaciones que cuentan los concursantes de reality al pasar por ellos, por supuesto, siempre salvando las distancias en que nuestra experiencia ha sido ante una pandemia mundial con un peligro real y lo de ellos es un encierro voluntario para un simple juego.

Todo se magnifica: Es una de las frases que más hemos escuchado a lo largo de los años en los realities. Y efectivamente, es así. Yo sentí que los meses que estuvimos encerrados en casa mis emociones eran mucho más inestables de lo habitual, un sube y baja constante. De repente me ponía eufórico o de repente me daba un bajón sin saber de dónde venía o sin que hubiese ocurrido nada aparente. Poner las noticias era deprimente o el hablar con alguien del exterior era mucho más importante que en otras circunstancias, en nuestro caso quizás buscando no estar solos en nuestras emociones y sintiéndote comprendido. Ellos, dentro de la casa no tienen la opción de hacer esto por la incomunicación absoluta que viven y cuando, excepcionalmente, tienen la oportunidad de tener un contacto necesitan saber que está todo bien. Yo también me he puesto en contacto con gente que no veía o hablaba hace tiempo, simplemente por saber que estaba todo bien, evidentemente, repito que nosotros estamos viviendo un virus y no un reality y las preocupaciones y prioridades son diferentes, pero sí creo que conectamos en que en el encierro la cabeza vuela a situaciones a donde en circunstancias normales no la llevarías, hace que surjan preocupaciones fuera de lo común y el miedo te invade con mucha más facilidad. Una simple conversación con un amigo te oxigena, una broma con tu madre te arranca carcajadas que antes no lo hacía o, por el contrario, también hay días en los que te sientes más irascible y puedes dar una mala contestación con más facilidad.

19 sept 2020

Los famosos merecen tener vida privada

“Solo estoy haciendo mi trabajo”. Ésta es una frase en la que se amparan muchos periodistas, paparazis, cámaras o colaboradores para entrometerse en la intimidad de los personajes públicos e, incluso, llevar a cabo una persecución exhaustiva de la persona a todos los lugares en los que se mueva, además de remover cielo y tierra para recabar contactos que narren a cambio de unos cuantos euros las miserias más jugosas de la vida de esa persona.

No seré yo quien ahora vaya de digno, porque un salseo lo disfruto, pero creo que es importante establecer límites en el entretenimiento y considero que la ley tendría que ser más estricta con la privacidad e intimidad de cualquier ser humano que por mucho que sea cantante, actor, modelo o simplemente una persona anónima que inicia una relación con alguien popular, no hay derecho de airear con quién se acuesta, con quién se levanta, mostrar sus vacaciones en una playa o verlo llorar ante el ataúd de un ser querido.

Comprendo que las revistas y los programas del corazón viven de eso y también estoy a favor de que cualquiera, libremente, decida sentarse a contar su historia, a posar en una revista o a vender lo que le dé la gana de su vida privada. La suya. Pero no veo ni medio normal que cualquiera tenga derecho a sentarse a contar la vida de un tercero sin su autorización. Y que en consecuencia esto lleve a que haya una pandilla de reporteros y cámaras de televisión haciendo guardia en la puerta de la casa de una persona (casa que está saliendo delante de toda España y puede localizarse con facilidad dónde vive esa persona investigando un poco) y que en el momento que sale lo persiguen; vaya a comprar al supermercado, a cenar con un amigo o incluso a tirar la basura si es necesario… a mí me suena a acoso, no a trabajo. Hagamos el ejercicio de dejar la connotación “periodística” unos segundos de lado. Si escuchamos que una persona duerme en la puerta de otra y lo persigue a todas partes a donde se mueve nos parecería una historia de terror, una persona vigilando y siguiendo a otra desde que aterriza un avión en un aeropuerto hasta cuando sale a sacar al perro a hacer sus necesidades. Y haciéndole fotos mientras tanto. Una locura, ¿no? Pero aquí se supone que eso es periodismo y está permitido.

Cada vez más, aparecen casos de que ya no es tampoco un periodista quien logra este tipo de documentos sino que todos llevamos un teléfono móvil en el bolsillo y la gente graba y fotografía a los famosos allá donde se los encuentre. Esto mismo es fomentado por los programas del momento que ponen faldones durante toda la emisión pidiendo que cualquier espectador que tenga algún tipo de información de un famoso se ponga en contacto a través de WhatsApp. Y pienso que no debería consentirse.

16 sept 2020

Christofer nos ha dado una lección

¿Por qué tenemos la manía de esperar que la gente actúe como queramos que lo hagan o pensando en lo que nosotros haríamos? Exigimos de los demás que cumplan nuestras expectativas. Y claro, si no lo hacen, son lo peor. Unos inconscientes. Están locos. Ciegos. No lo han pensado bien. Incluso, podría ponerme a elevar el tono con insultos que podríamos dirigir a esa persona y que probablemente haya tenido que escuchar en los últimos meses el protagonista que utilizo de ejemplo en el texto de hoy: Christofer.

Para quien no lo conozca, Christofer participó en la primera edición de “La Isla de las Tentaciones” junto a su novia, Fanny. En el concurso, ponen a prueba el amor de las parejas separándolas en dos grupos, las chicas conviven junto a solteros en una casa y los chicos conviven junto a solteras en otra. Y luego les ponen las imágenes. La cuestión es que Fanny fue infiel a Christopher en el programa, él luego vio los vídeos, se derrumbó y se convirtió en viral el grito de: “ESTEFANÍIIA” en la propia desesperación del chico al vivir aquella situación. Y para colmo, cuando la tuvo delante, la conducta de ella fue bastante desproporcionada pues en vez de darle una disculpa al respecto de lo ocurrido lo que hizo fue culpabilizarlo de la situación y lo dejó abandonar el concurso para ella continuar su relación con la persona con la que había iniciado un idilio, Rubén, quien luego no quiso nada con ella al terminar el reality. Una vez en España, ya fuera de cámaras, la decisión que sorprendió a todo el mundo es que Christofer y Fanny volvieron a estar juntos, reconciliándose.

Fanny se convirtió en uno de los personajes del año. Ha encadenado tres realities en apenas seis meses: “La isla de las tentaciones”, “Supervivientes” y “La casa fuerte”. En este último reality, volvió a concursar con su pareja y de nuevo se pudo ver públicamente los subibajas que tiene esa pareja e, incluso, la toxicidad que en ocasiones desprende su relación. Además, salió a la luz que Christofer, en el pasado, también había sido infiel a su novia y habían decidido continuar adelante, con lo cual tampoco era un bache que la pareja superaba por primera vez. Si todo esto no es suficiente y, como es normal, los programas satélite se retroalimentaron mucho no solo de su vida de dentro del concurso sino que airearon su supuesta vida de fuera contra lo que, parece ser, ella ha emprendido medidas legales.

12 sept 2020

Hay que humanizar al concursante

Hace poco escribía un artículo donde mencionaba el caso de Jorge Berrocal y “su pierna encima”. Y es que es cierto que cuando una persona pasa por un reality se convierte socialmente en la imagen que se proyecta de ese concursante. Hay una tendencia a recordar constantemente el episodio que más viralidad ha tenido durante el reality para hacerlo ser ese episodio, cuando francamente pienso que los concursantes tienen que estar muy cansados... Tanto Jorge de llevar la pierna encima, Fresita de ser relacionada con una vaca o Nicky con los papeles de la paella, y así podríamos mencionar un largo etcétera de casos.

Hace poco hablaba con una concursante de Gran Hermano que entró en la casa hace más de 10 años y me confesaba que ve vídeos de esos momentos y es rarísimo para ella ver las imágenes porque no recuerda esas escenas ni se identifica con ellas. Y es que, como es normal, no somos la misma persona permanentemente y pretender serlo sería un error. Esto siempre hay que resaltarlo cuando alguien se jacta de sus errores con la frase: “Es que yo soy así”. Pues si eres así, cambia y trata de mejorar. Aunque no sea fácil, pero tampoco te agarres a esa excusa barata para ser un maleducado, básicamente.

La cuestión es que todos los que somos seguidores de reality nos llevamos una impresión y generamos una imagen de cada uno de los participantes. Posteriormente, evidentemente recordamos más a unos que a otros. Pero les hacemos una radiografía que, cuando sale a relucir su paso por el concurso, ya los tenemos definidos. Pedimos su participación en otro reality, o dudamos de su buen concurso, en función de lo que han hecho en el pasado. Y cierto es que se crea un precedente pero en muchas ocasiones me ha ocurrido que a una misma persona la he apoyado en un reality y en otro no me ha gustado nada. Creo que el caso más significativo podría ser el de Nagore Robles, que tiene el récord de ser la concursante de Gran Hermano con el porcentaje de expulsión más alto (95% de los votos) para años después convertirse en la ganadora de Acorralados y, actualmente, en uno de los rostros más queridos de Telecinco. Asimismo, el caso inverso se vivió con Sofía Suescun, que tras ganar los dos realities más importantes de nuestro país (Gran Hermano y Supervivientes), fue expulsada dos veces en GH Dúo. Aunque, actualmente, sigue gozando con el apoyo de un público fiel que la tiene en gran estima y eso no le resta el que continúe siendo una estrella en el mundo de los realities con un triunfo que aún nadie ha logrado igualar. Y a mí sabéis que me gusta mucho.

9 sept 2020

El espejismo del éxito de los talent shows

Hoy me apetece hablar sobre los talent shows. Mi preferido es “Operación Triunfo”, probablemente por el componente de reality que tiene y la consecuente exposición mediática en la emisión de un canal de casi 24 horas al día (ya que de noche entran a la habitación donde nunca han tenido cámaras). OT es un talent que está en el aire su posible regreso y quizás lo haga a través de una nueva plataforma más cercana al mundo de las redes sociales, lo cual aprovecho para apoyar, pero cierto es que la cantera de artistas que ha disparado OT es cada vez más amplia y no hay sitio para todos en lo más alto. En esto quiero centrarme hoy.

Cuando alguien se presenta a un talent show tendríamos que saber qué busca exactamente con su entrada en el concurso. Ya sabéis que a mí me encanta saber más allá, lo que no se ve. Cuando hacía entrevistas trataba de profundizar en estos aspectos, pero claro, no he podido hablar con estas personas justo en el momento en el que están pasando por el proceso de casting, y con perspectiva todo se ve de otra forma.

Yo pienso que el objetivo de “cumplir un sueño” es algo que la gran mayoría menciona, supongo que unos llevarán más pretensiones que otros y que cada uno tendrá en su ser cuál es su concepto de éxito. Suena mucho aquello de: “Quiero vivir de la música…” ¿pero de qué manera? ¿Te vale con que te dé para llenar la nevera o buscas un reconocimiento social? Me parece hipócrita no pensar que a cualquiera de los aspirantes que se presentan buscando ese “sueño”, si lo materializasen, no se pareciese mucho a poder convertirse en el nuevo David Bisbal o la nueva Aitana Ocaña. Ellos son cuna de OT y mira dónde han llegado… por qué ellos no podrían conseguirlo también, se preguntarán. Al menos supongo que esa ilusión tendrán.

En los castings suelo observar que se presenta gente que ya vive de la música o que al menos tiene tablas en este mundo. Por supuesto, también entra gente inexperta, pero cada vez con más frecuencia vemos ingresar en La Academia a personas con un recorrido en otros talent, con formación musical e, incluso, con discos en el mercado. Por supuesto, no falta gente que ha trabajado en musicales, que canta en garitos y que, al fin y al cabo, ya llenan la nevera a fin de mes con la música. Supongo que dependiendo del punto en el que se encuentre cada uno tendrá unas pretensiones, incluso algunos de ellos sentirán la necesidad de sentirse valorados y reconocidos por el trabajo que hacen. Creen en su talento y en su empeño, pero probablemente los resultados que alcancen con ello no cubre sus expectativas.

Y es ahí cuando OT entra en sus vidas, siendo LA OPORTUNIDAD. Se sitúan en un escaparate que poquísima gente tiene la oportunidad de tener. Te van a ver cantar todas las semanas en televisión, pero esto es un arma de doble filo porque la televisión es efímera. Hoy estás y eres alguien, reconocido. Estás de moda y todo el mundo habla de ti porque eres el entretenimiento del momento. Y, aunque no te guste, quizás lo que más se comenta de ti no es lo bien o lo mal que cantas porque estás entrando a un reality donde tu convivencia se expone y se cuestiona. Y si me caes mal, probablemente quiera expulsarte aunque subas al escenario y seas una fiera porque este concurso funciona así.

5 sept 2020

Adara y Rodrigo - A veces es la persona pero no el momento

Pocas veces hablo de la vida de los concursantes tras pasar por el reality. Siempre digo que lo que hagan con su vida una vez que salen de la casa en la que están constantemente observados ya les pertenece a ellos. Y aunque de vez en cuando me llegan noticias sobre qué es de sus vidas y según la afinidad que me hayan despertado me alegro o no por ellos, pero normalmente no entro en opinar al respecto de sus actos o decisiones porque su vida no es un juego. Es simplemente su vida.

Hoy voy a hacer una pequeña excepción para hablar de Adara y Rodrigo de Gran Hermano 17. No voy a entrar en opinar de su relación, ni si me gustan más o menos como pareja, ni el cómo pienso que están gestionando las cosas ni nada de eso. Simplemente los utilizaré de ejemplo para hablar de amor.

Adara y Rodrigo se conocieron hace cuatro años dentro de la casa de Gran Hermano 17. Ambos tuvieron bastante repercusión dentro del concurso y, posteriormente, han sido de los concursantes más sonados de su edición pues no se ha dejado de hablar de ellos, principalmente en las redes sociales. Aunque, cierto es, que volvieron a estar de más actualidad cuando ella entró y ganó GH VIP 7 y, después, él la apoyó y la cercanía que alcanzaron les hizo empezar una relación juntos.

Cuando convivieron en la casa de Gran Hermano mucha gente “carpeteaba” esa historia. Y es que, desde el primer momento, se notó que entre ellos existía mucha complicidad. Miradas y silencios que no hacía falta rellenar con nada se hacían palpables en Guadalix de la Sierra entre dos personas de los que, al principio, no nos trasmitieron demasiada confianza porque parecían ir muy rápido y algunos pensábamos que estaban forzando una relación de cara a las cámaras. Es lo que tuvo participar también en una edición como fue GH 17 y en el momento en el que se hizo. Además, de lo incrédulos que nos estamos volviendo algunos espectadores por el precedente de concursantes que hacen cualquier cosa por un minuto de pantalla.

Pero hablando con la perspectiva que nos da el tiempo, que lo pone todo en su lugar, hay que reconocer que se notaba que entre ellos había algo. Algo mucho más especial que lo que surgió luego dentro de esa casa, pues tanto Adara como Rodrigo iniciaron una relación en el concurso, sí, pero cada uno con una persona diferente. Ella lo hizo con Pol y él lo hizo con Bea. De hecho, se llegó a hablar de “cuadrado amoroso”. Se formaron dos parejas muy seguidas al tiempo que cuestionadas y criticadas. No por ello fueron historias breves, ya que ambos continuaron su relación fuera de Gran Hermano. Bea y Rodri duraron mucho más que Adara y Pol, pero ambos tuvieron intenciones reales de trasladar su realidad de dentro a su vida de fuera y eso es signo de que algo de verdad hubo en todo aquello.

2 sept 2020

Han pasado 9 años...

Hoy no es 2 de septiembre pero he sentido el impulso de volver a enfrentarme al folio en blanco. Me apetecía escribir. Aunque no he dejado de hacerlo porque de vez en cuando le he dado a las teclas, pero sí hace mucho que no lo hago públicamente, más allá de las cuatro cositas que vamos compartiendo por Twitter porque desaparecer en realidad tampoco lo he hecho nunca de manera fulminante aunque sí fui dejando atrás muchas etapas, siendo la más llamativa y por la que la mayoría me conoceréis: YouTube. Aunque eso llegase después. Éste fue el inicio. Pero de eso no he venido a hablar hoy. Bueno, no lo sé. Simplemente, os he querido reunir en el origen, 9 años después. Porque aunque hoy no es 2 de septiembre, sino 22 de agosto, automáticamente después de tener ese impulso por escribir, mi mente me ha traído aquí y me ha hecho recordar que pronto lo será. Y quizás, lo que escriba hoy sería bonito publicarlo ese día. Una buena manera de homenajearlo. Así que, para ti hoy sí es 2 de septiembre. A lo mejor muchos de vosotros ni siquiera me habéis leído nunca, aunque ya no escribiré como escribía, pero aquí estamos de vuelta celebrando que se cumplen nueve años desde que comenzó todo esto de “Hablamos de tele”. Comenzó otro mundo. Otro “yo”. Y ahora que están tan de moda los reencuentros, recuperando series del pasado, yo he querido reencontrarme con esta página a la que dejé de dar vida por completo a finales del año 2017. Casi tres años ya sin escribir nada por aquí. ¡Guau!

“Hablamos de tele” pasó por muchas etapas. Inesperadas casi todas ellas. Y de las que en el fondo os he hablado poco. Oye, pues igual fue casi un reality en sí mismo, porque me magnifiqué, utilicé mis estrategias, tenía miedo del exterior, en algunos momentos quise ser yo mismo, muchas voces venían a gritarme “con un megáfono” a decirme lo que tenía que hacer, viví las luces y sombras de la repercusión, me equivoqué, me arrepentí y se quedó todo grabado, cargué con una etiqueta y con la sensación de que la gente creía conocerme, lidié con interesados, vi caer máscaras, desmitifiqué el mito y fantaseé a lo grande. Ah, claro, que se me olvidaba: Me hizo crecer como persona, como todo reality que se precie. Eso sí, al final del camino no había un maletín de 300.000€, aunque sí el cariño de toda esta gente jaja.

La verdad es que sí, me he sentido muy querido. Aunque suene a tópico, pero creo que esa sensación de haber aportado algo a otra persona puede ser la que más merezca la pena de todo este mundo. El haber estado cerca de vosotros en momentos duros, acompañando en la distancia y sin ni siquiera saberlo. Muchos me habéis hecho llegar vuestras historias personales, algunas de ellas muy duras, para acabar el relato con un “gracias por haber estado ahí”. Con la piel erizada y el teclado en las manos nunca he sabido cómo responder a este tipo de mensajes aunque lo hacía de la mejor manera posible. Solo os doy las gracias yo a vosotros una vez más, porque en muchas ocasiones este lugar también ha sido mi mundo de evasión y un sitio que me ha regalado muchas cosas únicas.