4 nov 2015

Bajemos los humos a Amanda, del verbo bajar, con la expulsión

Gran Hermano 16 ha llegado al ecuador del concurso y a partir de ahora tenemos que empezar a darle un enfoque distinto a las expulsiones, pensando en la recta final, valorando quiénes merecen una expulsión de castigo y quiénes merecen llevarse el maletín. Los nominados de esta semana se han reducido de cinco a cuatro, pues con la salvación de Vera quedan en la palestra Amanda, Marina, Suso y Ricky.

Observando la tendencia de las encuestas, la campaña en redes sociales y los intereses con respecto a esta segunda mitad del concurso es evidente que la expulsión de mañana es cosa de dos, estará entre Amanda y Marina. Suso y Ricky no se van a salvar porque fuera tengan mucho apoyo, sino, por un lado, por la concentración de votos de los que estamos en contra del “Clan de Gimnasio” en Amanda y, por otro, porque de momento queremos ver cómo desemboca la trama que ha producido el regreso de Raquel a la casa.

Marta, que es ‘maravilloso ser’ porque al tiempo que dramática, intensa e impulsiva es auténtica y no oculta nada más allá de lo que vemos, nominaba a Amanda porque está muy subida del verbo subir. No pudo dar más en la diana, ya que la malagueña se creía inmune a la expulsión tras haber estado nominada en dos ocasiones con un porcentaje muy bajo. Habría que explicarle, cuando salga de la casa, que salvar dos nominaciones no es algo relevante, y menos cuando se hace por ser la nominada ignorada. En su primera votación se enfrentó a Raquel y a Sofía y en la segunda a Suso y Quique, nominaciones en las que estaba claro que ella no pinchaba ni cortaba en esos conflictos, por los que la guerra no iba con ella como para que la audiencia hubiese levantado un teléfono para votar su expulsión. De hecho, tengo la seguridad de que si las llamadas se recogiese en positivo los porcentajes hubiesen arrojado datos muy similares, resultando Amanda la nominada con el porcentaje más bajo en positivo, y en ese caso sí hubiese sido expulsada en su primera nominación.

Ayer su cara de incredulidad cuando descubrió que no era la menos votada para la expulsión fue impagable. Deseando estoy verla desfilar hacia la sala de expulsiones, junto a Marina, para enfrentarse a la decisión del público, al descubrirse con uno de los porcentajes más altos. Ojalá le corresponda el mayor y salga de la boca de Mercedes Milá el nombre de Amanda al finalizar la litúrgica frase que nos acompaña cada jueves en esa sala que está custodiada por el ansiado maletín.

¿Por qué Amanda y no Marina? Como decía hemos empezado la segunda mitad del concurso y es el momento de castigar a algunos concursantes que no han sabido jugar. Amanda ha sido una concursante que se ha nutrido de las tramas de los demás y que jamás ha sido capaz de crear una historia propia. Nos ha vendido una sinceridad irreal, que a veces ha aparecido como un espejismo, y a la hora de enfrentar los problemas de frente ha agachado la cabeza o se ha echado a llorar. Ha preferido avanzar en Gran Hermano bordeándolo, en vez de meterse de lleno en el fango. No ha jugado, pocas veces se ha implicado y se ha dedicado a retener las historias que empezaban a nacer, a dirigir a sus aliados sacándolos de ese fango que ella nunca ha querido pisar y, además, tratando de limpiarlos para que lleguen secos al otro lado del camino. El problema es que cuando vas por el borde del precipicio puedes perder el equilibrio y caer.

Algunos me diréis que Marina tampoco se ha pringado, ha complementado otras tramas y no ha sido protagonista. Cierto, pero la diferencia entre Marina y Amanda es que mientras Amanda remaba en contra del espectáculo, sacando a la gente del fango y limpiándolos para que no se notasen los movimientos que habían dado, Marina se estaba dedicando a salpicar, es decir, ella no se metía en el fango de lleno pero nunca se ha limitado a mirar sino a mancharse las manos e ir llenando de huellas la casa, señalando, cuestionando, a veces con razón y otras no, pero gracias a ella han salido a luz muchas verdades y se han enrevesado historias que no tenían dobleces.

A Marina la hemos podido ver como mala, que le gusta mucho el piki–piki, pero de momento es necesaria dentro de la casa, al menos mucho más necesaria que Amanda. Por supuesto, no pienso que Marina merezca llegar a la final pero todavía tenemos muchas expulsiones por delante. Mantenerla dentro de la casa nos ayudaría a proteger el espectáculo para seguir disfrutando del juego el tiempo que nos queda de concurso y bajaríamos los humos a más de un concursante que lo necesita, del verbo bajar.

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