2 sept 2020

Han pasado 9 años...

Hoy no es 2 de septiembre pero he sentido el impulso de volver a enfrentarme al folio en blanco. Me apetecía escribir. Aunque no he dejado de hacerlo porque de vez en cuando le he dado a las teclas, pero sí hace mucho que no lo hago públicamente, más allá de las cuatro cositas que vamos compartiendo por Twitter porque desaparecer en realidad tampoco lo he hecho nunca de manera fulminante aunque sí fui dejando atrás muchas etapas, siendo la más llamativa y por la que la mayoría me conoceréis: YouTube. Aunque eso llegase después. Éste fue el inicio. Pero de eso no he venido a hablar hoy. Bueno, no lo sé. Simplemente, os he querido reunir en el origen, 9 años después. Porque aunque hoy no es 2 de septiembre, sino 22 de agosto, automáticamente después de tener ese impulso por escribir, mi mente me ha traído aquí y me ha hecho recordar que pronto lo será. Y quizás, lo que escriba hoy sería bonito publicarlo ese día. Una buena manera de homenajearlo. Así que, para ti hoy sí es 2 de septiembre. A lo mejor muchos de vosotros ni siquiera me habéis leído nunca, aunque ya no escribiré como escribía, pero aquí estamos de vuelta celebrando que se cumplen nueve años desde que comenzó todo esto de “Hablamos de tele”. Comenzó otro mundo. Otro “yo”. Y ahora que están tan de moda los reencuentros, recuperando series del pasado, yo he querido reencontrarme con esta página a la que dejé de dar vida por completo a finales del año 2017. Casi tres años ya sin escribir nada por aquí. ¡Guau!

“Hablamos de tele” pasó por muchas etapas. Inesperadas casi todas ellas. Y de las que en el fondo os he hablado poco. Oye, pues igual fue casi un reality en sí mismo, porque me magnifiqué, utilicé mis estrategias, tenía miedo del exterior, en algunos momentos quise ser yo mismo, muchas voces venían a gritarme “con un megáfono” a decirme lo que tenía que hacer, viví las luces y sombras de la repercusión, me equivoqué, me arrepentí y se quedó todo grabado, cargué con una etiqueta y con la sensación de que la gente creía conocerme, lidié con interesados, vi caer máscaras, desmitifiqué el mito y fantaseé a lo grande. Ah, claro, que se me olvidaba: Me hizo crecer como persona, como todo reality que se precie. Eso sí, al final del camino no había un maletín de 300.000€, aunque sí el cariño de toda esta gente jaja.

La verdad es que sí, me he sentido muy querido. Aunque suene a tópico, pero creo que esa sensación de haber aportado algo a otra persona puede ser la que más merezca la pena de todo este mundo. El haber estado cerca de vosotros en momentos duros, acompañando en la distancia y sin ni siquiera saberlo. Muchos me habéis hecho llegar vuestras historias personales, algunas de ellas muy duras, para acabar el relato con un “gracias por haber estado ahí”. Con la piel erizada y el teclado en las manos nunca he sabido cómo responder a este tipo de mensajes aunque lo hacía de la mejor manera posible. Solo os doy las gracias yo a vosotros una vez más, porque en muchas ocasiones este lugar también ha sido mi mundo de evasión y un sitio que me ha regalado muchas cosas únicas.

En nueve años ocurren muchas cosas. Mi vida ha cambiado radicalmente. He madurado, aunque a veces no lo parezca. Ganas y pierdes. Por ejemplo, puedes ganar miedos y perder ilusiones. Y es que me parece importante visibilizar que no siempre dejas atrás lo malo ni todo es perfecto, aunque avances. Por supuesto, también puedes ganar confianza y perder dependencias. Son solo ejemplos que pueden ocurrir de las dos caras de la moneda con la que lidiamos constantemente. Pero lo importante es que en general, ganes o pierdas, aprendas. Que no sé decir en qué medida yo lo haya hecho, pero se me coge un nudo en la garganta al pensar en el chaval que escribía aquí por primera vez con el instinto de la ilusión y el aburrimiento casi que a partes iguales, incluso con faltas de ortografía que quisiera no releer (ves, en ese momento eso lo toleraba. Ya no). Ni sé qué instintos me removerían ahora. Pero él con intuición fue avanzando y dejándose llevar junto a vosotros por una pasión como hay tantas otras en el mundo, en este caso, a los que nos ha tocado reunirnos aquí es porque tenemos cierto desequilibrio emocional con el mundo de los realities, porque las cosas como son, los amantes de estos formatos muy buenos no estamos pero entre nosotros nos entendemos. Eso sí, somos los espectadores más fieles porque nos dejamos la vida, pero también los más duros. Ahora bien, cuidadito, porque somos una familia. No seremos la mejor, pero somos una familia. (Nótese mi contaminación por el mundo Twittero y mi fanatismo por los memes de Belén Esteban).

Una de las cosas por las que siempre me ha gustado seguir y comentar el mundo de los realities, principalmente Gran Hermano, es porque al final es como tener la oportunidad de observar la vida desde fuera. No es la vida real. Pero sí podríamos hablar de una especie de “simulación”, en la cual en un entorno concreto cruzan las vidas de un grupo de desconocidos que comienzan a interactuar, unos con más autenticidad que otros. Se crean historias llenas de emociones y sentimientos. Cada vez nos hemos acercado más a un lenguaje televisivo y hablamos de tramas y contenido. Pero la realidad es que lo que algunos hacen en aquella casa no es más que vivir. Y a veces la realidad supera la ficción, por eso nunca dejan de sorprendernos cuando un grupo se desnuda emocionalmente, a pesar de todo. Que ese todo es estar rodeados de cámaras, exhibiendo públicamente sus vivencias a sabiendas de que serán duramente juzgados.

 

Y es que de la vida es de lo que en realidad me apetece hablar. Puede que sea de lo que he hablado siempre y por lo que somos tan radicales en la defensa de un concursante o tan lapidarios en la búsqueda de la expulsión de otros. Porque empatizas. Y si empatizas es porque duele, porque sientes y porque entiendes principalmente. Y a veces eres injusto porque tú eres el otro o defiendes lo indefendible porque eres tú. Es tu verdad. O simplemente porque talifaneas, que ya me estoy poniendo demasiado intensito y a veces el talifaneo también se nos va de las manos. Porque también es un juego que te permite muchas licencias. Y te enfadas, gritas, pataleas, te ríes, te emocionas, quieres compartirlo y luego se te olvida. Incluso, pasas de estar pegado sin pestañear a ignorarlo por completo. Pues la vida…

Gran Hermano está de viaje (gracias, tía Maite, por regalarnos esta referencia) pero a mí me apetece hablar de la vida, así que igual me paso por aquí alguna vez más. Como siempre dije y vosotros habéis sabido comprender, cuando pueda y me apetezca. Aunque trataré de prometer que este mes de septiembre el blog tendrá cosas que contar que no sé si te interesará leer. Pero gracias por apetecerte llegar hasta aquí después de 9 años en los que hablamos de vida tele.

11 comentarios:

  1. Qué emoción Jesús y qué bonito. Que GANAS de telerrealidad y de realidad a secas <3

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    1. Muchas gracias Antonio Jesús, me alegro mucho de que te haya gustado. Un abrazo.

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  2. Como siempre, es un placer escucharte, o en este caso, leerte 😘

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  3. Sublime, como siempre

    Gracias Jesús

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  4. ¡Que bonito post Jesús! Es un placer leerte. 😘

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Jesús, es tan emocionante leerte... y más cuando a pesar de llevar siguiéndote tantos años, es la primera vez que lo hago por este medio y espero que no sea la última, siempre que puedas y te apetezca , claro.
    Es muy bonito hablar de vida cuando el que nos la das eres tú a nosotros escribiendo estas cosas tan bonitas.
    Un fuerte abrazo y te animo a seguir escribiendo.
    Un saludo

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    1. Muchas gracias Juan Tomás por llevar ahí tanto tiempo y bienvenido a este mundo. Nos leemos :P

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