Sé que habrá gente que no lo entienda. Algunos medios de comunicación lo definen de boicot. Yo sólo lo veo como el reflejo
de la pasión de auténticos fieles de Gran Hermano que sienten que
se les está dando de lado, que no se les está escuchando y que han decidido
decir “basta” a la destrucción del formato. Es lícito
seguir viéndolo, de hecho, como he dicho alguna vez no descarto algún día ver
algo de GH Revolution como quien ve un
programa cualquiera, sin implicación, pero eso sólo representa la destrucción del significado real de nuestro programa. Lo que se está haciendo no es GH. Y como espectador ayer quise volver a vivirlo y lo
conseguí, por eso me sumé a “darle la vuelta” a la emisión con la
iniciativa que se movió en Twitter de ver la gala de estreno de la edición más valorada por los fans
del formato, la 12+1.
No sé si pensar que la
vida es irónica o que las casualidades no existen, pero quien vio anoche
aquel estreno pudo darse cuenta enseguida de las coincidencias que de repente aparecían como reclamo de la edición
que se hizo hace cinco años con la que se está haciendo en la actualidad. Una forma de venderlo tan parecida y un
resultado tan distinto…
Ya se hablaba entonces de revolución, de la cámara 360
grados, vimos la que yo considero la
casa más bonita de la historia de Gran Hermano en la que, por cierto, también
la cocina se encontraba separada del salón y ¡volvía a tener piscina! Pero aquello se trataba de otra historia.
