Llevamos cargando muchos años realities a las espaldas para que tengamos que seguir aguantando
tonterías de algunos personajes que
utilizan los programas para generar un par de conflictos, llorar un poquito, salir cuanto antes y llenarse las arcas.
Muchos años para tener que sentarnos delante de la televisión a sentir como un
concursante nos toma el pelo. Cada vez siento más la distorsión de los realities
en favor de la “salvamización”, un
formato estupendo pero que es punto y aparte, y nada tiene que ver con lo que
yo busco al poner un reality.
Me paro a mencionar a Mila
porque, bajo mi punto de vista, es la mayor decepción de concursante de la
edición. En ella se tenían muchas esperanzas puestas pero su juego está siendo
catastrófico, teñido de artificialidad y
“salvamización” por los cuatro costados, sin embargo, se le presta más
atención a su ACTUACIÓN que a
cualquier problema relativo a la convivencia
o a la supervivencia, base esencial
del formato que tratamos de ver.
Mila exagera cada
paso que da delante de las cámaras, busca broncas donde no las hay y trata de
forzar y explotar los contenidos relacionados con la familia Pantoja, pinchando a Dulce, para crear vídeos para su
programa. Por otro lado, hay que destacar que Dulce, aunque no tenga recorrido dentro de la televisión, sabe
mucho del mundo de la farándula, y va soltando las pildoritas con cuentagotas
para que la dejemos en la isla. Llegará el final y será muy poco lo que habrá
contado, advertidos quedáis.
Mila ayer lloraba
desconsoladamente al saber que se le terminaba el chollo de vivir en Playa Paraíso, que según ella ha sido
un infierno y no ha parado de sufrir ataques de ansiedad con asistencia médica.
No niego que lo esté pasando realmente mal tumbada en una hamaca a la sombra de una pérgola
a la orilla del mar Caribe, comiendo
grandes platos de comida varias
veces al día, cobrando un sueldo de un programa llamado “Supervivientes”…
pero si no quiere estar allí que se marche. ¿A qué programa se pensaba que iba?
Si casi que está teniendo la suerte de vivir con comodidades y mayores
cantidades de comida que las que he podido ver en los platos de los
concursantes de “Gran Hermano”. Si
lo de sufrir y pasar hambre en “Supervivientes”
se está transformando en una cuestión de postureo.