En los últimos días de convivencia Suso está ganando un protagonismo
en el programa un tanto “susio”.
Empieza a costarme diferenciar entre su
realidad y su ficción, porque lo mismo lo ves hablando de sentimientos, que
parecen reales, que lo ves explicando a Raquel,
cual sabelotodo de Gran Hermano sin
realmente saber nada, que GH es un teatro
y él está interpretando, a pesar de
esos momentos en los que despotrica de las mujeres como si se hubiese olvidado
de las cámaras. Me desconcierta.

Sí, está claro que mucha gente entra en el programa buscando
fama y dinero, no todos, pero no hay
que ser hipócrita porque luchan por un maletín de 300.000 euros, pero el juego
de Suso no es un juego sincero, ni consigo mismo.
La defensa de decir que Suso
está compartiendo su estrategia con
la audiencia tampoco la compro. No creo
que el público deba blindar a todo concursante que vaya al confesionario a
contar sus intenciones, y menos si éstas son malas. Por esa regla de tres
deberíamos tirarnos a la yugular de los concursantes que traten de hacer la convivencia imposible, de los
participantes que mientan y de los
que traten de destruir la
esencia de Gran Hermano pero si estos mismos concursantes van al
confesionario a decir que quieren hacer la convivencia imposible, van a mentir
a sus compañeros y, al fin y al cabo, pretender destruir la esencia de Gran Hermano
ya todo es lícito… pues no.