30 sept 2015

El juego de Suso en GH 16 es artificial

En los últimos días de convivencia Suso está ganando un protagonismo en el programa un tanto “susio”. Empieza a costarme diferenciar entre su realidad y su ficción, porque lo mismo lo ves hablando de sentimientos, que parecen reales, que lo ves explicando a Raquel, cual sabelotodo de Gran Hermano sin realmente saber nada, que GH es un teatro y él está interpretando, a pesar de esos momentos en los que despotrica de las mujeres como si se hubiese olvidado de las cámaras. Me desconcierta.

Hay quien comienza a defender a Suso no porque apoyen su juego sino, simplemente, porque dicen que lo da. Yo el juego de Suso no lo compro porque es un juego artificial. Mucho me recuerda al paripé que montaron Julio y Flor en GH 12 o el de Danny en GH 14, con sus respectivas expulsiones disciplinarias. Quizás Suso no ha llegado a ese punto de descaro, y por ello el programa no ha decidido tomar medidas, pero sí es cierto que continuamente está pensando en la imagen que está dando fuera; en qué debe hacer en cada momento; en cómo comportarse, principalmente con Sofía; en dar juego, en generar repercusión y luego tener un buen impacto para lucrarse haciendo bolos y platós.

Sí, está claro que mucha gente entra en el programa buscando fama y dinero, no todos, pero no hay que ser hipócrita porque luchan por un maletín de 300.000 euros, pero el juego de Suso no es un juego sincero, ni consigo mismo.

La defensa de decir que Suso está compartiendo su estrategia con la audiencia tampoco la compro. No creo que el público deba blindar a todo concursante que vaya al confesionario a contar sus intenciones, y menos si éstas son malas. Por esa regla de tres deberíamos tirarnos a la yugular de los concursantes que traten de hacer la convivencia imposible, de los participantes que mientan y de los que traten de destruir la esencia de Gran Hermano pero si estos mismos concursantes van al confesionario a decir que quieren hacer la convivencia imposible, van a mentir a sus compañeros y, al fin y al cabo, pretender destruir la esencia de Gran Hermano ya todo es lícito… pues no.

Compro las estrategias cuando tienen un fin claro, como lo es el ganar el concurso; cuando se juega con las nominaciones; cuando ciertas situaciones, compartidas previamente con la audiencia, sirven para detonar una bomba de la que nadie era capaz de encender la mecha para que salgan las verdaderas caras; cuando se juega de frente, con sinceridad. Pero Suso no hace nada de esto porque él juega a evitar las nominaciones; a echar a sus compañeros a discutir como gallos de pelea mientras él observa cómo se dañan, incitándolos a herirse más; Suso juega a hacer trampas y aprovecharse del trabajo de sus compañeros, robando comida en una semana que ésta escasea; juega a mentir y a distorsionar la realidad, incluso en el confesionario. Por todo esto, el juego que da Suso yo no lo compro porque su presencia simplemente hace ruido pero no es Gran Hermano. Suso no enciende bombas, enciende petardos, que son escandalosos y distraen la atención de la realidad, una realidad que no conseguimos ver por el humo y el ruido que está distribuyendo por toda la casa.

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