La semana pasada os adelantaba que ésta os traería una sorpresa. En este caso es que la
crónica de hoy os la narro en primera
persona, al haber vivido la gala de las sorpresas familiares desde el
propio plató de Gran Hermano.

Voy a intentar explicaros las sensaciones que tuve al
vivirlo todo desde allí. Si os gusta Gran
Hermano seguro que, si vais a plató, lo disfrutaréis muchísimo. Se vive
todo muy diferente a como se ve por televisión, aunque la esencia es la misma.
Me hubiese gustado traeros fotos personales de lo que me pareció más
interesante pero está prohibido hacerlas. De hecho, os cuento un cotilleo, dos personas del público, tras ser
advertidas, fueron expulsadas de plató por no acatar esta norma. Fernando, el regidor, está pendiente de
que todo esté bajo control y se cumplan las normas necesarias para que el
programa pueda realizarse a la perfección. Por lo que vi es un hombre muy
ameno, con el que los concursantes bromean, pero se toma muy en serio su trabajo y sabe poner autoridad para que no
se incumplan las reglas marcadas. De hecho, la gala se abrió con Mercedes compartiendo con los
espectadores que Suso estaba
advertido. Es rigurosamente cierto, en varias ocasiones se le llamó la
atención.
Al entrar en plató lo primero que te sorprende es que está
unido al plató de "Mujeres y
Hombres y Viceversa" y que todo es mucho más pequeño de cómo parece al verlo por televisión. El público
entra poco a poco y los van situando en las gradas, después entran los
concursantes y a pocos minutos antes de arrancar aparece Mercedes Milá, con la primera gran ovación de la noche. Por cierto,
en el plató de Gran Hermano el público
es absolutamente libre de manifestarse cuando lo sienta, ya sea con
aplausos, abucheos, palabras de ánimo, etc. siempre dentro de un orden, en el
que no se interrumpa constantemente el diálogo y, también se pide que, en las
conexiones con la casa no se envíe información. Nadie marca cuándo se debe
aplaudir y cuándo no, algo que hace que el programa esté mucho más vivo.

En los momentos clave de la noche, como una salvación, la expulsión o las nominaciones,
se vive todo más intensamente que en casa. Podríamos decir esa mítica frase de
que en Gran Hermano todo se magnifica porque claro, en el salón de tu casa
no te acompañan 300 personas a las que escuchas opinar, el bulle bulle de plató
te contagia pero, en directo, es muchísimo más intenso y escuchas perfectamente
qué dice el público, en casa no. Me alegré muchísimo de la salvación de Marta y rompí a aplaudir con todas mis
fuerzas, es una concursante fantástica que ha tenido un reconocimiento muy
difícil por parte del público, siempre recibía abucheos, y al menos, por mi
parte, no iba a quedar el enviarle un aliento de ánimo pero mucha más gente, también,
celebró su salvación. Me alegro de que así sea.

El recibimiento en plató de Marina fue extraño, cuando la puerta se abrió para recibirla nadie
aplaudió, ni abucheó. Me dio pena y creo que es un momento muy especial para
los concursantes, así que empecé a aplaudir, a pesar de desear su expulsión
porque esto es un juego, y ya la gente arrancó también a hacerlo. La entrevista
fue corta, evidentemente, en proporción a la presencia que ella ha tenido en el
concurso.
Los nominados de esta semana son Ricky, Aritz y Marta. Lo único que espero de esta nominación es que
vuelva a salvarse Marta, si es con
el menor porcentaje mucho mejor. Tanto Aritz
como Ricky merecen salir de la casa,
uno detrás del otro.
La gala terminó y Mercedes
Milá no se fue del plató sin dar las gracias. Tras ella salieron los
concursantes y finalmente el público. Ha sido una experiencia fantástica que
todo amante de GH debería vivir. Algo que también sentí fue el entender a los concursantes cuando dicen
que no son conscientes de la repercusión que tiene el programa, estando allí
no visualizas tanto que lo que está sucediendo en ese plató lo ven millones de
personas desde sus casas. El lunes os
hablaré de El Debate.
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