Gran Hermano 16
ha llegado al ecuador del concurso y a partir de ahora tenemos que empezar a
darle un enfoque distinto a las expulsiones, pensando en la recta final,
valorando quiénes merecen una
expulsión de castigo y quiénes merecen llevarse el maletín. Los nominados
de esta semana se han reducido de cinco a cuatro, pues con la salvación de Vera quedan en la palestra Amanda, Marina, Suso y Ricky.
Observando la tendencia de las encuestas, la campaña en
redes sociales y los intereses con respecto a esta segunda mitad del concurso
es evidente que la expulsión de mañana es cosa de dos, estará entre Amanda y Marina. Suso y Ricky no se van a salvar porque fuera tengan mucho apoyo,
sino, por un lado, por la concentración de votos de los que estamos en contra
del “Clan de Gimnasio” en Amanda y, por otro, porque de momento
queremos ver cómo desemboca la trama que ha producido el regreso de Raquel a la casa.
Marta, que es ‘maravilloso
ser’ porque al tiempo que dramática, intensa e impulsiva es auténtica y no
oculta nada más allá de lo que vemos, nominaba a Amanda porque está muy subida
del verbo subir. No pudo dar más en la diana, ya que la malagueña se creía
inmune a la expulsión tras haber estado nominada en dos ocasiones con un
porcentaje muy bajo. Habría que explicarle, cuando salga de la casa, que salvar
dos nominaciones no es algo relevante, y menos cuando se hace por ser la nominada ignorada. En su primera
votación se enfrentó a Raquel y a Sofía
y en la segunda a Suso y Quique, nominaciones
en las que estaba claro que ella no pinchaba ni cortaba en esos conflictos, por
los que la guerra no iba con ella como para que la audiencia hubiese levantado
un teléfono para votar su expulsión. De hecho, tengo la seguridad de que si las llamadas se recogiese en positivo los
porcentajes hubiesen arrojado datos muy similares, resultando Amanda la nominada con el porcentaje
más bajo en positivo, y en ese caso sí hubiese sido expulsada en su primera
nominación.
Ayer su cara de incredulidad cuando descubrió que no era la
menos votada para la expulsión fue impagable. Deseando estoy verla desfilar hacia
la sala de expulsiones, junto a Marina,
para enfrentarse a la decisión del público, al descubrirse con uno de los
porcentajes más altos. Ojalá le corresponda el mayor y salga de la boca de Mercedes Milá el nombre de Amanda al finalizar la litúrgica frase
que nos acompaña cada jueves en esa sala que está custodiada por el ansiado
maletín.
¿Por qué Amanda y no
Marina? Como decía hemos empezado la segunda mitad del concurso y es el
momento de castigar a algunos concursantes que no han sabido jugar. Amanda ha sido una concursante que se
ha nutrido de las tramas de los demás y que jamás ha sido capaz de crear una
historia propia. Nos ha vendido una sinceridad irreal, que a veces ha aparecido
como un espejismo, y a la hora de enfrentar los problemas de frente ha agachado
la cabeza o se ha echado a llorar. Ha preferido avanzar en Gran Hermano bordeándolo, en vez de meterse de lleno en el fango. No
ha jugado, pocas veces se ha implicado y se ha dedicado a retener las historias
que empezaban a nacer, a dirigir a sus aliados sacándolos de ese fango que ella
nunca ha querido pisar y, además, tratando de limpiarlos para que lleguen secos
al otro lado del camino. El problema es que cuando vas por el borde del precipicio puedes perder el equilibrio y
caer.
Algunos me diréis que Marina
tampoco se ha pringado, ha complementado otras tramas y no ha sido
protagonista. Cierto, pero la diferencia entre Marina y Amanda es que mientras Amanda remaba en contra del espectáculo, sacando a la gente del
fango y limpiándolos para que no se notasen los movimientos que habían dado, Marina se estaba dedicando a salpicar,
es decir, ella no se metía en el fango de lleno pero nunca se ha limitado a
mirar sino a mancharse las manos e ir llenando de huellas la casa, señalando,
cuestionando, a veces con razón y otras no, pero gracias a ella han salido a
luz muchas verdades y se han enrevesado historias que no tenían dobleces.
A Marina la hemos
podido ver como mala, que le gusta mucho el piki–piki,
pero de momento es necesaria dentro de la casa, al menos mucho más necesaria
que Amanda. Por supuesto, no pienso
que Marina merezca llegar a la final
pero todavía tenemos muchas expulsiones por delante. Mantenerla dentro de la
casa nos ayudaría a proteger el espectáculo para seguir disfrutando del juego el tiempo que nos queda de concurso y bajaríamos los humos a más de un
concursante que lo necesita, del verbo
bajar.
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