12 feb 2016

Llega el pasado para rescatar el presente GH VIP

Kiko Matamoros, Aguasantas Vilches y Víctor Sandoval, ex concursantes de GH VIP, llegaron a la casa de Gran Hermano 16 (sí, sigo viendo esa casa como la de mis queridos concursantes anónimos, y a los VIPS como okupas) para encender la mecha de una edición apagada y sin sustancia, para traernos la nostalgia de ediciones con las que realmente podíamos disfrutar y para aportar en pocas horas más que todos los concursantes hayan aportado en un mes de concurso.

Ayer muchos aplaudíamos el poder disfrutar de una gala, cuando no debería ser así. En general todas las galas deberían tener su importante grado de interés, hay algunas que inevitablemente lo tienen menos, pero en general hay galas entretenidas y galas que te dejan sin habla… sin embargo, en este GH VIP costaba arrancar, no conseguían que el espectador se mantuviese pegado a la pantalla de televisión sin parpadear. El estar imantado a la pantalla es algo que conmigo sólo lo consigue Gran Hermano, pero con esta edición me apenaba descubrir que ese mismo imán se había girado, para repelerme.

Otro modo en el que notamos este rescate del pasado fue al ver a Carlos Lozano y a Laura Matamoros nominando en el confesionario, en privado y con razones. De esta forma volvimos a sentir la importancia que tiene este modo de nominar, notamos las diferencias que existen y las consecuencias que producen. Lamentablemente, fue un espejismo, ya que el nombre de los nominados sólo estaba en manos de estos dos concursantes, algo que jamás entenderé porque la nominación y el juego es derecho y deber del grupo al completo… pero así es este VIP.

También he decir que la forma en la que se hicieron las cosas no fue del todo auténtica. Pudimos disfrutar de una gala, ver reacciones, tener momentos de risa y tensión, pero no sentimos Gran Hermano. Desde luego es contario a la esencia del formato la entrada de los famosos como huéspedes del balneario, que además tienen relación con algunos de los concursantes: padre, ex nuera o compañero de trabajo. Y esto trae la consecuente emanación de información del exterior que provoca su presencia, llevando a Raquel Bollo a plantearse abandonar el concurso… y para impedirlo entró su hijo por teléfono… En fin, las reglas de este programa están más que pisoteadas. En los próximos días veremos más entradas.

Seguramente esto nos ofrezca una semana fantástica, con momentos irrepetibles y morbo asegurado. Como nuevo formato de televisión está muy bien, pero no es Gran Hermano. También tengo que decir que esto es como darle al pescador unos peces, en vez de la caña. A corto plazo sacia su hambre pero en unos días necesitará volver a pescar pero, entonces, no tendrá los recursos para hacerlo. ¿Qué sucederá cuando termine la semana y se cierre el balneario? Pues que se quedarán los muebles. Fue muy grande Víctor Sandoval cuando entró en la casa e hizo alusión al “mobiliario”. Hiló muy fino, teniendo la complicidad de la audiencia, para hacer visible que el grupo de concursantes de este año es de urgente sustitución al decir: “Cuando yo estaba no había tantos muebles. No me gustan los muebles”.

Yo, insisto una vez más. Espero que se aprenda de los errores, se experimente en este VIP y nos devuelvan Gran Hermano con GH 17. Se valore su esencia, se reconstruyan sus cimientos y nos ofrezcan a los espectadores del formato lo que realmente queremos ver al encender la tele. En la vida no todo vale, y en Gran Hermano, donde se vive la vida en directo, tampoco.

Ahora quiero comentar la expulsión de Javier Tudela. Para mí fue una decisión sorprendente e inesperada, apostaba por que su salida no se produciría, y menos aún en la gala de ayer que implicaba la entrada de Kiko Matamoros, pero pensándolo fríamente tampoco me extraña. Es un paso más que sitúa más cerca del maletín a Laura, como llevo diciendo varias semanas y en lo que también me gustaría equivocarme.

Sinceramente, me alegro de la expulsión de Javier aunque me hubiese gustado ver salir de la casa antes a Laura. Me alegro porque espero que su expulsión signifique el fin del “GH Makamoros” y podamos empezar a ver “GH VIP”.

Ayer veíamos a Laura muy afectada por la salida de Javier. Claramente, no estaba sufriendo por la expulsión de su hermanastro porque de no quererlo en la calle no lo hubiese nominado reiteradamente, su rencor hacia él ha quedado más que demostrado, sino que la veíamos desubicada porque le descuadró su salida y sintió que había perdido su diana de ataques que la victimizaban, y ahora no sabe qué hacer. Tiene que demostrar que es buena concursante por sí misma y no por un apellido, tiene que demostrar su convivencia y no su versión de su historia de vida.

La sombra de la repesca es alargada y ya se está rumoreando mucho que se va a producir pronto, lo cual me preocupa porque sólo debe hacerse cuando el público la pide a gritos y se vea necesaria para la evolución del concurso. Yo este año lo que pido es que el reality siga su curso, termine, curen el formato de los puyazos que se le han dado y vuelva con fuerza y con la magia que nos hace reconocerlo, en unos meses.

Para acabar quiero comentar que muchas veces olvido la presencia de Rosa Benito dentro de la casa, a pesar de que ella creo que no termina de convencerse de que es una concursante totalmente prescindible. Ayer se dio de cara con la realidad, al ver que ninguno de los visitantes tiene relación con ella. Me la imaginaba entrando en brote en el confesionario y diciéndole a El Súper que lo arrastra o que antes de bajar las escaleras de Gran Hermano se parte las piernas.

Lamentablemente, Laura es la protagonista de la edición porque la convivencia es muy pobre, y no lo es por ser buena concursante sino por vender su privacidad y la de otros. Parte de la gala de ayer tuvo que depender de una de las concursantes que más desaparecida lleva toda la edición, Raquel Bollo, gracias a la presencia de una grande de GH VIP 3, Aguasantas, a quien seguramente tratará de ignorar para no entrar en el juego que presenta el programa, de hecho, quiso abandonarlo. No hay más que decir.

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