La decepción de
la audiencia de Gran Hermano
continúa viéndose reflejada, tanto en opiniones como en datos de audiencia. El Debate dominical del reality suele
destacar como una emisión líder, aunque en el estreno esta edición ha debido
conformarse siendo la tercera opción más
vista de la noche (13,5%). Cierto es que, de momento, no hay tramas
potentes que llamen al gran público a asomarse a la casa de Guadalix de la Sierra y espero que todo
cambie, pero también es cierto que el suceder de los acontecimientos de la gala
cero no ha incentivado a mucha gente a respaldar las emisiones sucesivas del
programa.
Personalmente, tengo que destacar que El Debate me resultó muchísimo más entretenido que la gala y debo
felicitar al equipo de edición de vídeos porque consiguieron hacer ver que
dentro de la casa estaban pasando cosas interesantes, cuando los que hemos
seguido el 24 horas hemos podido
comprobar que la convivencia ha estado bastante apagada. Aunque también es
cierto que, tras el desastroso estreno
de edición, no era muy difícil superar lo anterior.
Yo partía con la base ya asumida, para evitar entrar en
brote, de que más de la mitad de los colaboradores
presentes en El Debate saben de Gran Hermano lo mismo que yo de
ingeniería. Es decir, nada. Una de
ellas es Alba Carrillo, quien lo
mejor que pudo hacer fue abandonar el plató después de que Ylenia, tras ser señalada de choni por parte de ella, le
recriminaba que al menos no tenía un sitio en televisión por ser “la ex de”. Una verdad que molestó
bastante a la ex concursante de “Supermodelo”
(porque a esta chica parece que por posar en la revista “Hola” se le olvida de dónde nació televisivamente, que no se aleja
mucho del motivo de la fama de Ylenia)
y decidió marcharse, a pesar de que ella ha sido la primera en comercializar
con su ruptura.
Entre el resto de colaboradores, creo que los que más
sienten este programa y conocen su desarrollo son Manu Berástegui, Carmen Alcayde y Miguel Frigenti. Me pareció fatal
que ayer se burlasen de éste último, Miguel,
tras señalar en algunas de sus intervenciones cuestiones que no habían salido
en los vídeos pero que él sí había podido visionar a través del canal 24 horas. Fue un reproche que estuvo, cuanto menos, fuera de lugar,
que partía del propio conductor del espacio, Jordi González, y que seguían otros colaboradores presumiendo de no
ver la casa en directo. Bajo mi punto de vista, lo que hace Miguel es lo que deberían hacer TODOS los colaboradores que pisan El Debate, hacer su trabajo y
documentarse sobre los acontecimientos de la casa de la forma más completa
posible, para sacar unas conclusiones personales y objetivas que poder
contrastar con la posterior edición de vídeos que, como es normal, no puede ser
tan completa como el ver en bruto las vivencias reales de los concursantes. Y
voy a más allá, porque si en mi mano estuviese no daría cabida en el programa a quien no siguiese el acontecer de la
vida en directo.
A lo largo de la emisión de El Debate, se nos descubrió qué era El Club y de qué forma iba a influir en la mecánica. Debo decir que
la idea me gustó porque la lucha por
pertenecer a él va a avivar la competitividad
de los participantes. Sólo los que logren habitarlo tendrán opciones para ganar
el concurso, gozarán con determinados privilegios de comodidad y podrán
visionar todas las nominaciones antes de ejercer su derecho a voto. No se ha
desvelado de qué forma se gana el acceso al club, pero si lo dejasen en
nuestras manos sería muy interesante para proteger
a nuestros favoritos pero, si no es así, también podremos descubrir de una
forma mucho más evidente el nivel de
juego que existe en esta edición, lo cual también debo decir que me
preocupa bastante, ya que ayer por la mañana El Súper tuvo que aclarar a los
concursantes que cuando cambien las pilas del micrófono no deben poner en la
petaca pilas que ya hayan sido usadas sino que deben cogerlas del casillero
destinado para las nuevas… Ese es el nivel de este año. Creo que no hay más que
decir.
Durante El Debate,
también vimos cómo los concursantes tuvieron que enfrentarse a una dinámica en la que tenían que
seleccionar a quien consideraban un buen
amigo, su polo opuesto y la persona que más les atraía. Lo mejor del juego
fueron las consecuencias posteriores porque ya comenzaron las primeras
tensiones. Me gustó que se propusiese este tipo de dinámica para movilizar la
convivencia, ya que fue un juego que se realizó dentro sin necesidad de introducir ningún tipo de filtración exterior, a modo de porcentajes o vídeos que espero que no se dé en todo el concurso. Fue un
impulso propuesto por el programa en el que se les incitaba a sincerarse ante
el grupo y ante la audiencia, aunque algunos decidieron no hacerlo,
principalmente los chicos en el terreno de la atracción, para después
recriminar a Pablo no compartir con Montse que ella había sido su elegida,
a pesar de haber sido de los pocos capaces de sincerarse y siendo comprensible
que le sea incómodo hacerlo ante la susodicha.
Este juego de decir quién les gusta, como hacen los niños de seis años, nos llevó a conocer
que Adara y Rodrigo y Meritxell y Cris
se gustan mutuamente. Esto a mí me despierta un miedo irracional hacia el
carpeteo. Carpetafobia. Porque ha
llegado un punto en el que desconfío bastante en las intenciones de los
concursantes a la hora de vivir un amor dentro del programa y, sobre todo, con
tanta rapidez. Creo que si surge una relación real será precioso de ver pero que las intenciones con las que están jugando
estas nuevas generaciones de participantes ocultan unas cartas más cercanas a la ficción que a la realidad.
¡Por cierto! Sólo un apunte más. La chorrada de las nuevas tecnologías podrían ahorrárselo
porque no aporta nada interesante y se aprecia una falta de preparación que sólo nos hace preguntarnos el por qué lo
hacen.
Quiero acabar diciendo que soy un gran amante de GH, es por eso por lo que tiendo a ser bastante duro en mis críticas. Extrapolándolo a
las relaciones con las personas de nuestro entorno, a la gente que realmente me
importa y a la que más quiero es con la gente con la que soy más sincero. Si
siento que se están equivocando se lo digo, aunque obviamente el confundido pueda ser yo. Esto mismo me sucede con Gran Hermano. No quiero ser destructivo
y los que me lleváis siguiendo años sabéis que también he sido el primero en
alabar grandes proezas que se han hecho con este reality, con las que he
disfrutado como el que más. Hoy tengo que reincidir en que sigo sin ver el Gran Hermano que yo conozco y que del
casting sólo salvaría a alguna excepción. Veo más personajes que personas. Falta vida, emoción e identidad, tanto
en la casa como en plató. Y, muchos, no
llegamos a sentirnos identificados y representados como amantes de este
formato por los conductores o colaboradores presentes en galas y debates. Voy a
darles tiempo y sigo depositando
mucha confianza en el equipo que
siempre me ha sorprendido porque le deseo lo mejor a este concurso, ya que es digno de resultados mejores pero lo que
nos están ofreciendo este año no los merece.
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