Anoche, cuando terminó la gala, me sentí muy desubicado ante el resultado que había
tenido. Pronto comprendí qué me sucedía. Había vivido una de las galas más antiGH que he visto en la historia del concurso.
Ya definía, la semana pasada, “LA BOMBA”
de esta edición como algo improvisado
pero no pensaba que tuviese tantos flecos sueltos como ayer, al verla tangible,
aparecieron. Álvaro fue expulsado
disciplinariamente, Pablo abandonó
el Contraclub, las “consejeras” fueron devueltas a su casa,
la mecánica premia a la mayoría sobre
la minoría arrojando resultados injustos y la audiencia nos quedamos con una falta de información tremenda ante todo
lo que estaba sucediéndose.
La gala comenzaba con la expulsión disciplinaria de Álvaro. Su comportamiento ya no tenía
justificación. Entiendo absolutamente la decisión del programa aunque me
gustaría saber si, previo a tomar la decisión, el concursante recibió algún toque de atención para que
controlase su comportamiento como se ha hecho en otras ocasiones donde,
incluso, ha habido contacto físico. Creí
en su arrepentimiento inmediato en el confesionario pero pienso que hasta
él mismo comprendió la decisión del programa una vez que visionó los vídeos,
aunque obviamente trató de justificarse. No creo que haya que hacer leña del
árbol caído, pues su actitud ya ha sido sancionada. Para él es humor pero para
mucha gente no lo ha sido y se ha sentido directamente ofendida con sus
palabras. No creo que sienta las cosas que dice, espero que no sea así, pero él tiene una responsabilidad sobre lo
expuesto públicamente. No sé si yo, personalmente, hubiese tomado una decisión
tan radical de forma tajante, tendría que estudiarlo en profundidad como sé que
lo habrá hecho el equipo, pero lo que sí agradezco
es que se le haya dado voz a tantos espectadores que han solicitado su salida
por lo inadmisible que eran sus
comentarios, sin que tuviésemos que pagar para sacarlo de la casa. Y otra
cosa que no podemos olvidar, es la intención con la que ha comentado varias
veces que entraba, promocionar su marca,
por lo que es otro concepto que atenta de lleno contra el formato. Comprendo y
respaldo la decisión.
La gala continuó y poco a poco íbamos viendo cómo se iba despiezando la definición de GH. Se
rompieron con liturgias básicas y
vivimos resultados con poco sentido.
Este año tengo la constante sensación de que el equipo juega con un tren que les queda grande. Es
extraño ver Gran Hermano pero no vivirlo
de la misma forma, y sentir que se esfuerzan por que lo parezca sin mucho
éxito. Y ya no hablo sólo por Jorge
Javier Vázquez, al que no le quiero dedicar muchas líneas porque me está
empezando a producir pena verlo en
plató. Creo que está sometido a una presión y a un rechazo tremendo por parte
del espectador que le sobrepasaría a cualquiera. La realidad es que a mí sigue sin encajarme nada su presencia
en Gran Hermano pero sí veo en él un
esfuerzo por estar a la altura, pero trae un error en los cimientos. Ahora
intenta parecer algo más cercano, introduce comentarios o pensamientos de su
cosecha, lo cual más que ayudar perjudica. Mercedes
no opinaba por opinar, lo que directamente hacía era vivir cada segundo. Y es
lo que le falta a Jorge. Gran
Hermano lo tiene que presentar un amante de este programa, alguien que tenga la generosidad de entregar el alma al
espectador y sea transparente su pasión por este formato.
Pero como digo, no hablo sólo por Jorge Javier. Es injusto atribuirle toda responsabilidad de que
este año parezca que estamos viendo un
programa sin rodaje, un programa en el que juegan a experimentos de ensayo
y error… No puede ser así. Gran Hermano
es un programa ya formado. Ayer recordaba a Melania de GH 9 que decía en El
Reencuentro que le daba igual la casa porque todo aquello era un decorado
que iba a tirar una excavadora. Hace
falta esa excavadora para tirar las paredes
que nos impiden ver Gran Hermano y reconstruir una edición que poco a poco
va decayendo. Cuando el espectador se asoma a la tele y no ve lo que quiere
ver, entiendo que se retire. Sólo los
fieles permanecemos y cada vez más decepcionados.
Creo que el equipo
hace esfuerzos por complacernos y lo agradezco. Ayer mismo no se pusieron vídeos en la sala de
expulsiones, algo que hemos pedido mucho porque toda esa lluvia de
información destruía la evolución natural de la convivencia. Al igual que lo
hacían las nominaciones a la cara,
las cuales en un acto de darnos lo que pedíamos han sido sustituidas por un juego que está haciendo más daño que
reparo.
No había necesidad de congelar
los teléfonos para salvar a Candelas
y Meritxell. No hubo duelo en la sala de expulsiones. Sacar a nominados de
la lista antes de tener a un expulsado perjudica de forma crucial en el juego y las estrategias que puedan hacer
dentro de la casa, además de poder variar
la decisión final. Otro detalle fue el modo de comunicar la salvación a
través de la famosa frase: “La audiencia ha decidido…” No es
así. La audiencia no ha decidido salvar a nadie. Estamos hartos de escuchar a
los concursantes preguntar si la audiencia vota para salvar o para expulsar.
Está claro que es para expulsar, por
lo que el espectador no decide quién sigue sino quién se va. Llamadme tiquismiquis,
purista o lo que queráis, pero al final en las pequeñas cosas, en las liturgias y en ser riguroso con las
normas básicas reside la esencia de Gran Hermano.
Pablo fue el primer expulsado pero la gala se cerró
diciendo que no había primer expulsado. Son cosas incoherentes. Al fin y al
cabo, la gente se ha dejado la pasta. Entiendo que les pilló de sorpresa todo
lo que sucedió anoche tras el abandono del gofrero y con muy poco tiempo de
reacción. Pablo no tuvo la
entrevista que merecía porque se terminaba el programa, por lo que muchos de
los temas que tenía por tratar se quedaron en el aire. No veo bien que se le considere
como alguien que ha abandonado el
programa, en todo caso se podría decir que ha abandonado su derecho a ser repescado… aunque tampoco es así,
más bien se ha negado a vivir algo que
no era Gran Hermano, dicho por sus propias palabras cargado de razón. Pero
ni siquiera entró en plató por la puerta de Gran Hermano, como lo debe hacer un concursante de pleno derecho,
como sí lo hicieron Cris y Laura sin
serlo.
Algo que tampoco se pensó fue que Pablo pudiese despedirse de sus compañeros, siendo advertido de que
no hablase del Contraclub. ¿Y la semana que viene qué pasa? Si el expulsado
decide quedarse y no tiene despedida
comenzarán las sospechas…
No niego que cuando nos presentaron el Contraclub me pareció una
idea muy atractiva. Sobre todo por el hecho de que los aspirantes a ser repescados vivirían aislados y volvería a la casa
sin ningún tipo de información, ni exterior ni interior, pero considero que
falló el enfoque. La presencia de Maite
Galdeano, María José Galera y Amor Romeira ha sido un aliciente de morbo y espectáculo pero no de Gran
Hermano. La actitud con la que entraron en el Contraclub era la de ser
más protagonistas que los propios protagonistas de la edición y eso ha
hecho que no dure ni medio asalto. Creo que si el expulsado hubiese sido Miguel, que está demostrado que es un
concursante mucho más artificial, se hubiese prestado a vivir ese teatro, pero Pablo ni pudo ni quiso soportarlo. Y lo entiendo.
No creo que haya que señalar a Maite como la causa del abandono de Pablo, su presencia no fue más que lo que le hizo más visible que iba a vivir de una irrealidad que nada
tenía que ver con Gran Hermano ni con su juego. No nos podemos agarrar a
que en GH puede pasar cualquier cosa para justificar todo lo que se salga de
formato, porque no es así. Claro que a Maite
la soportaron en GH 16, pero era un grupo unido en una casa. No un chico solo,
desubicado, recién expulsado, metido en un cuartucho con tres fieras con ansias
de televisión que no juegan en las
mismas circunstancias. Ellas tenían su permanencia fijada para tres semanas
y su único objetivo era hacer la convivencia difícil para dar de que hablar, él
continuaba jugándose su plaza en Gran Hermano.
Bajo mi punto de vista, el Contraclub tiene que sufrir una modificación necesaria y Pablo tiene que optar a jugar de esa
modificación, ya que él no ha abandonado Gran Hermano sino que ha abandonado lo
que no era Gran Hermano. Además, no podemos olvidar que dentro de la casa hay
una plaza libre que hay que suplir, la de Álvaro.
Y yo dejaría la decisión en manos de la audiencia,
dándonos la opción de introducir a un
reserva desconocido o a Pablo, pues ante la situación que se vivió anoche
me parece lamentable que el concursante haya tenido que renunciar a su
oportunidad por decisión propia. Para mí Pablo
era una joya de concursante que tenía mucho que pulir dentro de esa casa, el
que más me hacía vivir Gran Hermano en
una edición que está llena de personajes
que aspiran a jugar con el reality en vez de en el reality, por lo que pienso
que merece la oportunidad de regresar a SU
CASA. Ayer se le iluminó la cara al enterarse de que existía la opción de
vivir una repesca, pero del mismo
modo se le desencajó al verse inmerso en un teatro que no se identifica con Gran Hermano.
Y de las nominaciones
qué decir… que la mecánica está enfocada para reforzar a una mayoría sobre la minoría. El acceso al Club no se gana por méritos personales
sino por fuerza mayoritaria, las nominaciones pierden sentido con la tremenda ventaja que ejercen los miembros
del Club sobre ellas y el poco margen de juego que pueden tener los
nominados en la palestra se les retira en los últimos minutos de votación.
Además, Pol y
Fernando están jugando con las normas a su antojo y han revelado los
secretos más cruciales que oculta ese espacio. Considero que deben ser sancionados y dejar de ser miembros del
Club al no saber respetar su funcionamiento.
Termino de escribir estas líneas y sigo desubicado. Seguro que me he dejado cosas en el tintero porque poco
estoy comprendiendo del funcionamiento de esta edición. La excavadora, me hace falta la excavadora…
Si hace falta me persono yo a destruir esas paredes pero necesito que caigan para ver Gran Hermano.
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